Semana 2
BITÁCORA-
CLASE 2
30
DE ENERO 2020
Otro jueves, el segundo
de este semestre, en que me levantó temprano. Como siempre, la temperatura en
Chía es baja, pero el cielo anuncia que, más tarde, será un día soleado. Está
jornada estará llena de trabajo así que, lo mejor, es tener una actitud
positiva e ir viendo cómo avanza todo. Caminé a través de la universidad rápidamente
ya que se acercaba la hora del inicio de la clase. Me preocupaba llegar al
salón y encontrar la puerta cerrada. Sin embargo, llegué dos minutos antes de
la hora indicada para comenzar la clase.
El profesor, Juan Sebastián,
se dispuso a comenzar la clase que inició a las 7:05 a.m. Primero, llamó a
todas las personas que hacen parte de la clase guiándose de la lista. Así fue
como noté que habían dos personas que no había visto la clase anterior: Josimar
y Jorge. Luego, como el profesor había explicado en la primera clase, él eligió
dos de las bitácoras que le habían enviado al correo para recordar lo que se
había trabajado la anterior clase y, además, verificar que los estudiantes
estuvieran haciendo el ejercicio de escritura. Los escritos elegidos fueron el
de Guadalupe y el de Mariana Galán.
A partir de la reconstrucción
de la clase que hizo Mariana, el profesor hizo una acotación: ella le dio mucha
importancia dentro de la bitácora a la anécdota que contó el profesor sobre su
fracaso al intentar ingresar a las Fuerzas Militares porque su sistema
reticular le permitió unir esa experiencia con su vida, ya que su padre es
militar. Es decir, el sistema reticular actúa
filtrando la información que va llegando desde los sentidos, seleccionando
piezas de datos y descartando partes irrelevantes, que no llegan a la
consciencia. Por esta razón, esa historia de Juan Sebastián la impactó más
que a los demás, pues la relacionó con algo que ya tenía en el subconsciente.
Otros
datos interesantes del sistema reticular es que tiene la función de regular en
nivel de conciencia, o sea que ayuda a que el sueño aparezca o se esfume; regulariza
el estado de alerta o de excitación; interviene en la percepción del dolor
físico e influye en movimientos involuntarios o automáticos, como el latido del
corazón o la respiración.
La
clase avanzaba y, a pesar de ser una clase de 7, los estudiantes estaban muy
animados. El profesor hizo observaciones sobre los escritos que se habían
leído. De esa forma, le dio paso a la siguiente parte de la clase. En una
diapositiva que se proyectaba en el tablero se podía leer la frase: “La lectura
hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil; el escribir lo hace preciso”.
Analicé por unos segundos la frase y entendí que esa frase no puede ser más
cierta.
Yo entré a la carrera
con el único objetivo de convertirme en una persona que escribiera perfecto y
en el futuro viviera de las letras. No obstante, con el paso del tiempo me di
cuenta que escribir bien no me garantizaba tener un buen futuro profesional. A lo
largo de estos semestres noté que no sería una profesional íntegra y con una
buena formación si no desarrollaba mis habilidades como lectora, conversadora y
escritora.
El profesor mencionó
que leer, conversar y escribir hacen al hombre completo porque: primero, leer nos
ayuda a ver y entender el mundo desde la perspectiva del otro; segundo,
conversar nos permite transmitir ideas porque de no ser comunicadas, dejan de
existir; tercero, escribir nos hace más observadores, detallistas, concisos y sintéticos.
Estos tres “músculos” deben ser fortalecidos día tras día.
Esta explicación me
dejo muy pensativa, pues siempre he pensado que escribir me hace feliz y me
ayuda a transmitir sentimientos, pensamientos y emociones, pero nunca lo había
visto más allá. Escribir es algo que amo y, después de mucho pensar por qué, llegué
a esta conclusión: escribir es una
forma de reflexión porque sirve para entender y analizar ciertos hechos.
Además, nos permite dialogar con nuestro yo y con el mundo. Nos facilita la búsqueda
y encuentro de otros significados a la realidad vigente.
El tiempo pasaba rápidamente,
al parecer, después de un eterno enero, por fin llegaría el siguiente mes. Así
pues, el profesor nos hizo una recomendación importante que, de ahora en
adelante, tendré en cuenta para todas mis comunicaciones a través de internet.
Existen unas normas básicas en la red y son conocidas como “netiqueta”. Es
decir, la netiqueta se refiere al
conjunto de normas de comportamiento general en Internet y no son más que una adaptación de las reglas de etiqueta del mundo real al virtual.
Entre estas pautas de
conducta en la red están: tener buena educación; comportarse como lo haría en
la vida real; saber en qué lugar del ciberespacio se está; escribir
adecuadamente; respetar la privacidad de los demás; no abusar de las ventajas
de los otros; excusar los errores de otras personas y ayudar a mantener polémicas
o controversias bajo control. De esta manera, el primer paso que dimos
encaminados a poner en práctica la netiqueta fue agregar nuestra firma en el correo
institucional.
La siguiente, y última,
parte de la clase nos sirvió para abrir los ojos frente al poder, relevancia y trascendencia
de todo lo que compartimos y publicamos en internet. Es importante tener en
cuenta que los perfiles en redes sociales son públicos (generalmente) y que
cualquier persona puede acceder a ellos y conocer datos de la vida privada de
cada uno. La mayor parte de esta información se
la estamos facilitando nosotros mismos, ya que en las redes sociales no existe
la privacidad.
“Somos lo que
publicamos, somos la información que compartimos”. Esta frase no me puede
parecer más cierta. A través de los videos, textos, imágenes y comentarios que
ponemos en las redes, las personas pueden identificar fácilmente nuestra
postura política, nuestra creencia religiosa, las posiciones que tenemos frente
a un tema determinado y, en definitiva, pueden determinar nuestro carácter y
personalidad. Esto puede condicionar muchas de nuestras interacciones
personales y las oportunidades de trabajo que nos llegan.
Como futuros
profesionales, debemos tener aún más cuidado con lo que publicamos porque eso definirá,
en gran medida, nuestro futuro profesional. Tal es el caso de Freddy Contreras,
uno de los líderes de los taxistas, quien hace poco fue noticia porque subió un
video a redes sociales haciendo comentarios machistas y vulgares en contra de
las conductoras de Uber. Después de que se conociera el video, el taxista
perdió su trabajo, fue rechazado por su gremio y criticado socialmente.
Así como su caso hay
muchos otros en los que el comportamiento y juicios de valor emitidos en
internet, pasaron cuenta de cobro a sus protagonistas. Por ejemplo, uno de los
soldados que hacen parte de la guardia real británica no pudo hacer parte de la
boda del príncipe William y Kate Middlenton ya que en sus redes había publicado
imágenes insultado a la nueva duquesa de Cambridge.
Es por esto que, casi
todos, nos fuimos a nuestros próximos destinos pensando en lo que habíamos publicado últimamente en nuestras redes y cómo
podía influir, de ahora en adelante, en nuestra vida personal y profesional. Me
quedé pensando tanto en el tema que, finalmente, le cambié el nombre de usuario
a mi cuenta en Twitter para parecer más profesional. Es un primer paso, ¿no?
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