Semana 1


BITÁCORA- PRIMER DÍA

Paula Alejandra Poveda Castillo

Hace aproximadamente dos meses que no me levantaba tan temprano. La alarma sonó a las 5:10 a.m. pero decidí posponerla por 10 minutos más, minutos que supieron a gloria. Tuve que alistarme y desayunar rápidamente porque, según los rumores que había escuchado, mi profesor de Investigación Social, del cual solo sabía el nombre, tenía la fama de ser un hombre muy puntual. 

Camino a la universidad, iba pensando en lo frío que puede llegar a ser el municipio de Chía y en que nunca deja de sorprendernos con los cambios tan drásticos en la temperatura. Afortunadamente, me había abrigado muy bien ya que, con el paso del tiempo, uno comienza a elegir la ropa con relación a la hora de entrada y de salida de la universidad.

Mientras caminaba, a paso rápido, caí en la cuenta de que no sabía para dónde iba. Es decir, ya estaba en la entrada de la universidad pero no sabía en qué edificio y salón era la clase. Llamé a mi compañera Valentina y ella me dijo que me esperaría en el Puente Gris y desde allí caminaríamos hasta el edificio conocido como Atelier. Según lo acordado, nos encontramos en ese punto y nos dirigimos al salón correspondiente.

Caminé a paso rápido porque estaba ansiosa y, además, tenía miedo de llegar tarde. Sin embargo, fue todo lo contrario. Al llegar al salón, me di cuenta que muy pocos estudiantes habían llegado y, lo más importante, el profesor aún no estaba sentado en su silla ni sus cosas en el escritorio. Eso, claramente, me quitó un peso de encima.

Había llegado el momento de elegir un lugar para sentarme y no fue nada difícil está decisión. Al fondo, a mano izquierda, estaba sentada Alejandra y me emocionó mucho verla pues no nos habíamos visto en toda la semana. Me acerqué a ella, junto con Valentina, nos sentamos y empezamos a hablar de las nuevas clases, nuevos profesores y todo lo que traía quinto semestre para nosotras.

Poco a poco, fueron llegando todos los estudiantes y, en medio de estos, el profesor. Apenas entró me dio la impresión de ser una persona muy seria. Luego, dejó sus cosas sobre el escritorio, se quitó la chaqueta, esperó por unos minutos y se dispuso a dar la clase. Se puso de pie en frente de todos y comenzó por presentarse.

Se llama Juan Sebastián Cobos, es comunicador social y actualmente es docente en la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad del Rosario y la Universidad de La Sabana. Después de esto, nos dijo que como él ya se había presentado, ahora lo haríamos nosotros, los estudiantes.

Para esto, nos pidió que sacáramos una hoja y en ella dibujáramos un objeto con el que nos sintiéramos representados o nos gustará mucho. La verdad, por un momento quedé en blanco porque no sabía qué objeto podría dibujar y que expresara algo de mí. Repasé varios objetos que me gustaban y encontré el indicado: un tintero y una pluma. Sabía que era el correcto porque siempre he pensado que si quisiera hacerme un tatuaje en algún momento, ese sería el escogido.

Dibujé rápido porque no quedaba mucho tiempo y todos mis compañeros ya estaban terminando. El profesor procedió a recoger las hojas y nos explicó que nos iba a entregar a cada uno un dibujo, que no fuera el nuestro, y a partir de eso debíamos determinar las cualidades y defectos de la persona que había hecho esa ilustración.

Estaba nerviosa porque temí que no pudiese interpretar nada a partir del dibujo. El profesor se acercó a mí y me entregó una hoja en la que habían dibujado un balón de fútbol. Después de unos minutos de pensar mucho, comencé a escribir y las palabras fueron saliendo. El profesor recibió las hojas nuevamente y leyó una por una las descripciones que habíamos escrito al respaldo de la hoja. Luego, le entregaba el dibujo a su dueño y este debía decir su nombre, la carrera que estudiaba, el semestre en el que iba, las expectativas que tenía de la materia y sus pasatiempos favoritos.

En ese momento me di cuenta de dos cosas importantes: primero, no solo las personas que estudian Comunicación Social y Periodismo ven esta materia, también los de Comunicación Audiovisual y Multimedios. Segundo, es increíble que a partir de un dibujo o de la letra de alguien se pueda conocer un poco, o mucho, de la personalidad y carácter. Es decir, muchos de mis compañeros acertaron con las cosas que escribieron del dueño del dibujo, incluso conmigo acertaron. Además, el profesor hacía comentarios al ver ciertos dibujos y era impresionante la forma en la que atinaba.

Era tan emocionante para mí que decidí buscar información sobre esto y llegué al término grafología. Esta es una práctica que pretende identificar la personalidad, el carácter, las emociones, el nivel de inteligencia y las aptitudes profesionales de un individuo a partir del estudio de su escritura manuscrita. Teniendo en cuenta esta definición, entendí muchas de las cosas que el profesor le dijo a los estudiantes y, profundizando en el tema, aprendí tips para aprender a “leer a las personas” porque como dijo el profesor: “todo en nosotros comunica”.

De la mano con lo anterior, nos contó algunas anécdotas de su vida en las que vio la aplicación de la grafología. La primera, cuando sus padres lo querían hacer entrar a las Fuerzas Armadas y, gracias a un dibujo que hizo en el que se veía triste, lo rechazaron. La segunda, cuando por medio de una prueba de escritura decidió a quién darle un puesto de trabajo. 

Así pues, fue avanzando la mañana. El profesor procedió a explicar su metodología de aprendizaje la cual se basa en el cono de aprendizaje de Edgar Dale. Esta explica que después de dos semanas tendemos a recordar el 10% de lo que leemos; el 20% de lo que oímos; el 30% de lo que vemos; el 50% de lo que oímos y vemos (productos audiovisuales, exhibiciones, demostraciones); el 70% de lo que decimos (debates, conversaciones); y el 90% de lo que decimos y hacemos (representaciones teatrales, simulación de experiencias reales). Por otra parte, tiene en cuenta la taxonomía de Bloom que dice que para aprender algo se debe seguir un proceso: recordar lo que te enseñan, comprenderlo, aplicarlo, analizarlo, evaluar lo aprendido y crear a partir de eso.

Además, nos explicó las reglas de clase que consisten en: llegar puntualmente a las 7 de la mañana; no llevar acompañantes aunque, claramente, no llegarán a una clase de 7; faltar a la clase sacando excusas como “editar” o “grabar”; y tener cuidado con la ortografía ya que baja 0.2 por cada error.

La clase llegó a su final y todos fueron saliendo de a poco. Al salir me despedí del profesor y mientras bajaba las escaleras pensé en lo mucho que iba a disfrutar la clase durante el semestre; la cantidad de lectura que tenía acumulada entre esa materia y las otras; la agradable actitud del profesor; la aparición del sol después de una madrugada tan fría y lo difícil que sería levantarme temprano los jueves para llegar puntual a Investigación Social. Salí de Atelier faltando 10 minutos para las 9 y me dirigí a mi próxima clase, Comunicación para el Desarrollo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Semana 14

Semana 10

Semana 15